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a MERCYFUL FATE por latinoamérica
Acá
les cuento esta inolvidable historia que seguramente no se irá jamás de mi
corazón. Espero que sepan disfrutar esto, como yo lo hice. Aunque no haya
palabras para describir aquel fin de semana de gloria. Este es un resumen que
quiero compartir con todos ustedes.
Los preparativos
Aproximadamente
a eso de las once de la mañana del 14 de Agosto estaba dando vueltas por la
estación Retiro, en el área de los omnibus esperando a Fernando (un amigo que
tiene una página web sobre Mercyful Fate y King Diamond en www.kingdiamond.com.ar)
.
En
ese momento Florencio (amigo de Fer) también estaba esperando en el andén. El
se sumaría a esta fascinante aventura. Cuando nos reunimos, los tres encaramos
hacia mi auto y fuimos hacia el hotel Americano escuchando Mercyful al mango.
Teníamos reservada una habitación triple en el hotel, entramos y preguntamos a
que hora llegaba la banda. Al saber que el arribo de ellos estaba demorada
fuimos tranquilamente a dejar nuestras cosas a la habitación.
Ahí
ya los nervios estaban jugándonos en contra, las preguntas que nos hacíamos
eran constantes y similares a estas: "¿trajiste fibra? ¿qué me pueden
firmar primero? ¿estarán de buen animo los músicos? ¿El King se copará con
las fotos?"
Ya
eran tipo las dos de la tarde del sábado y un par de fans se fueron juntando en
la puerta del hotel, pero con una diferencia: nosotros al estar alojados allí
se nos hacía más fácil y tranquilo que nos den bola y firmen cosas, como así
también posar para los flashes.
Fibra
en mano, corazón en la garganta a la "dulce espera" del grupo en el
lobby del hotel. Mientras charlábamos con los organizadores (que ya habían
llegado y nos comentaban el estado de ánimo de los músicos) llegó el gran
momento: la van con los integrantes de Mercyful Fate -crew incluído- estacionó
frente al hotel.
Primero
entró Eric de Haas (organizador del tour sudamericano a nivel banda) y detrás
de él Ole Bang (manager de Mercyful). Uno tras otro, los músicos pasaban a la
sala de recepción del hotel para hacer el ckeck-in.
Realmente
no podía creer como aquellas personas que sólamente ví en videos, fotos y en
vivo (la primera vez que pisaron suelo argento en 1996) estaban al lado mío y
te saludaban con un correctísimo "Nice to meet you". Mi sensación anímica
era indefinible (no sabía si estaba nervioso o tranquilo), me sentía como en
una nube mágica de la cual no me bajé hasta pasadas unas cuantas semanas del
hecho.
Por
al lado mío pasaba Mike Wead (violero) y Sharlee D´Angelo que al toque
reconocieron a Fernando porque lo conocían de los recitales que él había ido
a ver a Chile y Brasil en 1998. Hasta que de repente entro "El", la
mejor voz del heavy metal: King Diamond.
Con
anteojos espejados, pantalón deportivo de la famosa marca de las tres tiras y
una remera musculosa cubierta con una campera tremenda de Mercyful Fate - King
Diamond, Gira 1997. Ese era el look del Master, suficiente para impactar.
Apenas
bajó de la combi, un par de fans se le abalanzaron para sacarse fotos y pedirle
autógrafos pero fueron parados por "la sombra del King": Earling, el
guardaespaldas personal.
Acá
nos miramos entre los tres y pensamos "cagamos, este chabón no nos va a
dejar acercarnos", pero no fue así afortunadamente.
En
el lobby del hotel, la banda estaba de re buen humor y dispuestos a firmar
posters y sacarse fotos. Yo me saqué una foto con cada uno y le pedí que me
firmaran un poster de la gira. Cuando llegó el turno de la foto con King, lo
saludé, le dije un par de boludeces indescifrables (por mis nervios y mi inglés
de mierda) y posamos para la foto abrazados haciendo los clásicos cuernitos.
Ese instante fue sublime, me fotografié con el mismísimo diablo vestido de
sport.
Después
de eso me puse a charlar con Ole y le regale un Legui (bebida alcoholica
bastante fuerte) y un pote de dulce de leche. Fernando le contaba al manager
sobre mí, y quien escribe esto trataba de entablar una minicharla con los músicos.
Ahí me di cuenta como era cada uno:
-
Hank Sherman: Callado, bastante reacio a las firmas y fotos.
-
Mike Wead: Chabón re copado, aunque en un principio estaba agotado por el
viaje. Le encanta ponerse anillos, pulseras y collares. Es más yo le regalé
uno de un ojo azul.
-
Bjarme T Holme: Muy predispuesto a la charla. Tiene sus momentos de buen humor,
como sus ratos de parquedad pero igualmente es un flaco re buena onda.
-
Sharlee D´Angelo: El vive en su mundo. Está como "medio fumado" pero
a la hora de hablar, no hay quien lo pare. Es más, conversamos sobre Witchery
-donde colabora- y se re engancha al tocar temas como el black metal y las jodas
que se mandan en las giras.
-
King Diamond: Merece un capítulo aparte que cubrirá gran parte de este relato.
Luego
de la firma de autografos y fotos varias, los músicos dejaron su equipaje en el
hotel y se dispusieron ir a almorzar. Y obviamente (modestia aparte) estábamos
los tres invitados a tal agasajo.
Almorzando
con King Diamond
Llegamos
a un restaurant de autoservice que quedaba sobre avenida Callao. Antes de entrar
vimos la combi de los músicos y nos metimos de caradura nomás (no sería lo
primero que haríamos). Ya habían dos mesas largas tendidas para el ágape.
En
la que nos sentamos nosotros tres (Fer, Florencio y yo) estaban Sharlee, Mike
(justo frente a mí), Hank, Bjarn, Eric, Ole, Niklas (asistente en viola),
Oliver, Berto (del fan club de Brazil) y el encargado de las luces y sonidos del
cual no recuerdo su nombre.
Mientras
leíamos el menú, los tres mirábamos la otra mesa y pensamos ¿quien irá allá?:
Y nos dimos cuenta al toque que faltaban los organizadores. La gran duda era ¿vendrá
King a comer?
Fernando
(que ya conoce los movimientos internos de los músicos por sus experiencias
pasadas con la banda) me decía que Mr. Diamond casi siempre come sólo en el
hotel. Pero yo tenía esperanza de verlo en el almuerzo.
En
una de esas cuando me estoy sirviendo un plato de fideos (muy ricos por cierto)
y encaro para la mesa, alguien me choca de atrás y enseguida escucho un
"Excuse me". Al darme vuelta casi me infarto. King Diamond me miraba
fijo con sus ojos grises y me decía "cuidado se te van a caer los
fideos".. yo estaba de todos los colores y no lo podía creer.
La
primera mirada a los ojos en el medio de un restaurant. Cuando me acerqué a la
mesa mis amigos estaban alborotados. No podíamos concebir que King esté
comiendo a escasos metros nuestros.
Cuando
veíamos que él se acercaba a buscar comida, alguno de los tres iba a buscar
algo como excusa para tenerlo más cerca. Al terminar la comida vimos como la
gente del crew se retiraba para poner a punto las cosas para el show de la noche
mientras nosotros buscabamos la forma de irnos a sentar en la mesa junto a King
Diamond.
Justo
cuando las mesas se iban limpiando decidimos ir a sentarnos junto a la mesa con
King. El estaba frente a Earling y los organizadores. Además, junto a él,
estaba un fan llamado Maximiliano que no podía creer lo que vivía. Este
muchacho le regaló a King una moneda romana (un sextercio) de gran valor
coleccionista y también quiso obsequiarle un cinturón de balas (descargadas,
obvio) el cual Mr. Diamond no se lo pudo aceptar porque dijo que le hacían
bardo en la Aduana.
Fernando
se sentó frente a King y yo junto a Fer. Allí empezamos a hablar
tranquilamente mientras Diamond degustaba el postre y fumaba sus legendarios
Prince. Se tocaron temas como el satanismo, el nuevo albúm y los planes de la
banda. King Diamond dejó una frase que nos marcó a todos los presentes
"Ustedes (los fans) son quienes mantienen viva la llama de Mercyful
Fate". Allí nos dimos cuenta lo que él nos apreciaba.
Mientras
King hablaba, nosotros enmudecíamos.... lo que estuvimos esperando por años se
nos dio en un marco poco usual. Una charla con el Maestro en la sobremesa de un
almuerzo de sábado a la tarde.
Luego
que la hora del almuerzo terminó, la banda encaró nuevamente para el hotel
dispuesta a descansar. Nosotros, al igual que la banda, fuimos al hotel y
descansamos un poco pero con la diferencia que luego iríamos al recital de
Cemento.
Nuestro
"dangerous meeting" ya lo habíamos tenido.
El
gran recital
Alrededor
de las siete de la noche del 14 de Agosto, Cemento era una heladera. Yo como tenía
credencial de prensa pude acceder antes
-junto a Fernando y Florencio- al recinto y palpar el ambiente.
Me
encontré con la gente de Dagas (banda a la cual ayudé con la venta de
entradas) y me comentaban que estaban desde muy temprano trabajando para la
preparación de su show. Comencé a dar vueltas y presentía que no iba a
asistir mucha gente al show, pero bueno, lo que importaba era que tocaba
Mercyful Fate.
Alrededor
de las ocho arrancó a tocar Saurón. La banda de Pato Larralde tiraba fuerte
para adelante, pero los pocos presentes -y repito el frío reinante- empañaba
un poco la escena. Después de un par de temas -que sonaron bastante bien- llegó
Fastidio a los cuales no pude casi ver porque estaba en la parte de atrás de
Cemento charlando con Fernando y tratando de ayudar en lo que se podía.
A
las diez de la noche se venía - a mi gusto - la mejor banda soporte de la
noche: Dagas. Y no digo esto por fanatismo, o amistad con la banda... sino
porque sonaron espectaculares y encajaron justo en el molde para tocar como
soporte de un show del Rey de Diamantes.
Esta
banda formada a fines del 94, que lamentablemente se separó a los pocos meses
de este show, tenían al cantante con una estética similar a King Diamond pero
veinte años más joven, lo que ayuda en movilidad y fuerza en vivo.
Un
ataúd al costado del escenario (el cual ayudé a ingresar) ambientó temas con
letras bastante oscuras. Sobresalió "La visita", para el cual tenían
pensado editar un video, y la canción "La amante de los muertos" que
habla sobre Mortiana, una bruja que se niega a morir. El público coreó a la
banda al finalizar cada tema y se enganchó poniendole calor a la de por sí, gélida
noche porteña.
Luego
salío Humanimal y yo me fui al sector de arriba para ver como se escuchaba: te
partía la cabeza el sonido. Era impresionante. Había que moverse para no
quedar literalmente helado. Todo el calor que hubo en la primera venida del King
en el 96 pasó a dar vuelta el termómetro y que el fresquete pegue duro.
Como
el frío me carcomía y la cabeza me estallaba, busqué nuevamente refugio en
"camarines" a la espera de la banda.
Charlando
con Fernando en la puerta del backstage y comiendo unas galletitas -aunque
estaba cagado de hambre- presenciamos la llegada de Mercyful. Pasó Hank,
Sharlee, Mike y Bjarne...además de los del crew y organizadores. Se cerró la
puerta de camarines y empezó la limpieza
de gente para que no estorben.
Todavía
no había llegado el King pero -como no me desesperé- encaré derechito para el
sector prensa a ponerme cómodo antes que me rajen de mala manera. King Diamond
fue a camarines y hubo una breve sesión de fotos de la banda completa antes del
show.
Apoyado
sobre la baranda de la parte de arriba de Cemento esperé la salida del grupo
hasta que se apagaron las luces y la gente comenzó a corear el clásico
"Diamond, Diamond". Como en 1996, el nerviosismo mío era completo y
mi piel parecía la de la gallina Turuleca.
Cuando
sale Mercyful al ritmo de "Evil" literalmente me aliené, empecé a
gritar como loco cada acorde de esta canción junto a Florencio -que estaba
sentado junto a mí-.
Y
el King apareció como en sus mejores épocas del álbum Time, con su capa,
galera y la legendaria Cruz de Huesos; sí, la cruz de tibias humanas que no
trajo en su visita anterior la tenía en sus manos.
Me
sorprendió la voz del King: era impresionante, sonaba como en los discos, increíble.
Mi
emoción, junto a la de mil almas en estado de extasis, emanaba por cada
ladrillo del recinto. Al termino de Evil, con estruendosa aceptación del
respetable, se le pegó "Doomed by the living dead". Y ahí mi disfonía
era casi total, cada estribillo de la canción me salía de las entrañas, la
viola de Mike Wead sonaba muy fuerte y lo de Hank Sherman era terrible. King no
paraba de gesticular y moverse de un lado para el otro, los flashes reflejaban
en su pálido rostro la felicidad de estar de vuelta en nuestras tierras y esta
vez, de yapa, con buen clima y junto a su "real cross".
Todo
subía y tomaba calor, pero el diablo metió la cola y se cortó la luz.. Nadie
entendía nada, pero King -que hace años está sobre las tablas- no se apichonó
y se quedó frente al escenario a mostrar que su figura seguía refulgente al
ritmo de los clicks de las cámaras fotográficas. La oscuridad, -más que a
nadie- le sienta regio y la espera se hizo corta.
Siguieron,
previos agradeciemientos mediante, con Nightmare donde la velocidad fue
protagonista y el danés Bjarne hizo gala de cómo darle a los parches mientras
la voz diabólica del master seguía impertérrita.
Como
si no se hubiera puesto stop en el disco Don´t break the Oath, el tema
Desecration of Souls se hizo presente. Aquí los riffs pesados y oscuros junto a
la voz quejumbrosa del Master hicieron emocionar a más de uno (me incluyo).
Parecía
que los sonidos nacieran del propio averno, y para continuar, que mejor que el
tema "Burn in Hell" de la flamante placa "9".
Acá Diamond y cía. demuestran que no se andan con chiquitas y a puro
riff se meten de lleno en las venas del fan más acerrimo de la banda.
Para
descansar -que no quiere decir aburrirse !! ojo!!!- vino una de las partes más
esperadas por mí: "The Oath".... (El Juramento).
A esta altura, me encontraba en la valla de Cemento porque tenía ganas
de revivir -como hace tres años atrás- la sensación de estar apretujado
contra la valla y ver que King Diamond te cante directamente a los ojos.
La
intro oscura de este tema dio lugar a la aparición de la calavera del macho
cabrío. Previamente el Rey de Diamantes entonó un rezo mirando la batería lo
que me impresionó realmente: ver a este danés -que sobrepasa las cuatro décadas-
tan compenetrado con su personaje.
La
forma en que King besaba la cabeza del macho cabrío (como dice una estrofa de
la canción) y la mostraba al público como si ella estuviera viva era
asombrosa. Dejaba corear a la gente en cada ohhhhh!!!!!! Ooooohhh!!!!!
Oohhhhhhhh!!!!!!
para después -previa presentación de la banda- meterse de lleno con uno
de sus clásicos consagratorios: "Melissa".
Las
cinco puntas del pentagrama que forma cada integrante de la banda, hizo vibrar
Cemento con este tema repleto de nostalgia. Era la primera vez que sonaba esta
canción en Argentina que deliró a los fans más antiguos de la banda. Los
constantes cambios de ritmo junto a los agudos de King calaron hondo y me hizo
derramar una involuntaria -¿o quizás no?- lágrima de sangre.
Todavía
no repuesto del shock anímico de escuchar esa obra de arte, magistralmente
interpretada, pasó "Last Rites" -del último álbum- sin que me
percate para que después el telón vaya cayendo con Satan´s Fall del disco
Melissa. Este tema me sirvió de analgésico ya que los continuos cambios de
matices vocales me hicieron pisar tierra y saber que no era un sueño: Mercyful
Fate a pleno al alcance de la mano. Repitiendo hasta el hartazgo "Come
home", este largo tema da para hacer pogo del bueno, el clásico "ey
ey ey"..con la señal de los cuernos y sacarse el cansancio de encima.
Un
respiro pedía.. y bueno...... el destino piadoso tuvo piedad de mí y me dejo
tomar aire y prepararme para un temazo: Dangerous meeting. Comienzo con
guitarras bien afiladas tipo cuchilla electrica y la salida de un King con más
aire y fuerza que al principio. Sharlee D´Angelo iba de acá para allá
mientras el King asesinaba con su mirada a todo aquel que osara mirarlo fijo. Un
par de veces se acercó a tocar a la masa enardecida de gente que pugnaba por
arrimársele.
A
esta altura, Mercyful Fate ganaba por cansancio y se preparaba para sepultar a
su público en un "Black funeral" que estremeció por su paso firme y
machacante, en la batería, como en la voz agudísima del King que -en ningún
momento- flaqueó.
Ya
la gente pedía "Come to the Sabbath", otro de los temas
representativos de la banda, el cual no se hizo desear demasiado. King jugaba
con el público diciendo el típico "No los escucho, ¿que
quieren?".... hasta que empezó a entonar las primeras estrofas y el público
-a un ritmo impresionante- cantaba "Come. Come
to the sabaaaath".
Al
ir finalizando este tema -específicamente con los últimos acordes- King
Diamond sale por una salida secreta del recinto donde lo espera la van que lo
llevará directo al hotel.
Mientras
él hacía esto, la banda repartía púas al público y el batero ofrendaba sus
palillos. Todo el mundo esperaba por más.. pero ya sabía que el show había
terminado así que me dispuse a caminar hacia la barra para esperar a mis amigos
mientras pensaba si lo que ví fue cierto o producto de algún alucinógeno que
King Diamond nos había ofrecido.
Por
suerte fue verdad y me quedó neurona para remarcar aspectos positivos y
negativos del show:
Lo
bueno: que no hubo solos de batería ni bajo -en el 96 me aburrieron-.
Lo malo: Nada... estuvo genial.
Una
mañana distinta
Luego
de una noche bastante agitada -nos dormimos a las cinco de la matina con una
carga de adrenalina terrible- teníamos que despertarnos a las ocho para poder
desayunar tranquilo e irnos al aeropuerto para hacer "el gran vuelo hacia
el paraíso".
Nos
vino a despertar a nuestra habitación, Maximiliano, que se había hospedado
junto a los organizadores y nos contaba que le había dejado una carta a King
Diamond en la puerta de su habitación.
Los
tres pegamos un salto de la cama -yo tenía un dolor de cabeza terrible- y nos
aprestamos para bajar a desayunar. Cuando estabamos en el lobby del hotel,
sinceramente no lo podía creer: habían más de diez pibes que se quedaron a
dormir en la puerta o se habían acercado hasta allí.
Estabamos
con los bolsos ya preparados cuando de repente vimos que en el piso de arriba
-lugar del desayuno- a Ole Bang (manager del grupo) tomando un café.... allí
presentimos que los demás iban a desayunar y tomarse todo el tiempo del mundo
antes de partir hacia Ezeiza.
Fernando
subió a charlar con Ole hasta que de repente...... zás..... King Diamond se
fue a desayunar. Los pibes que veían la escena no lo podían creer.. uno hasta
se arrodillo fuera del hotel y suplicaba por él.
Recuerdo
que se querían mandar para adentro pero no los dejaban, yo tomé un par de
fotos uy posters para autografiar y me mandé a desayunar. Pedí café con dos
medialunas y ahí estaba King que nos miraba con cara de "que fanáticos
estos chabones, hasta en el desayuno me los tengo que bancar".
Apenas
llegamos le dimos algunas cosas para firmar y ahí nomás a sacar fotos a lo
pavote y autografiar cosas.
Luego
de charlar brevemente con él, donde nos comentó que esa noche no pudo dormir,
bajamos a preparar nuestras cosas y partir rumbo a Ezeiza junto con los músicos.
Ese
día nos despedíamos de Florencio ya que el debía volver a la ciudad de
Rosario, ciudad en la que actualmente reside.
Despegue
hacia la gloria
Fui
a buscar el auto y lo estacioné frente al hotel detrás de la combi de los músicos.
Acá si tenía que estar pila porque la banda estaba con los tiempos justos y yo
no necesitaba quedarme atrás.
En
una sola combí fue todo el crew y los musicos, pero con una yapa: mi amigo
Fernando -invitado por Eric de Haas- viajó junto a ellos.
Yo
los seguía detrás con el auto junto a Maximiliano que hizo de copiloto. Ibamos
en el auto escuchando "In the shadows" y no podíamos creer como era
posible que la voz que salía por los parlantes era la misma que iba delante
nuestro.
Una
vez que llegamos a Ezeiza -un poco retrasado por una leve confusión mía-
bajamos el equipaje a los pedos y buscamos a los Mercyful.
!!
Allá están !!!, le grite a Maxi que me siguió hasta que nos dispusimos todos
juntos a despachar nuestro equipaje.
Nuevamente
chamuyando con los músicos, mangueando púas (¡qué caradura!), sacándonos
fotos y tomando conciencia de lo que se venía.
Allí
notamos el terror que tiene King a los aeropuertos y lo harto que está de
viajar país tras país. Ya había que reservar fotos para Chile y -si se daba-
una que otra dentro del avión.
La
hora del despegue estaba lista y todos con los cinturones ajustados y dispuestos
a levantar vuelo. La banda se ubicó en la parte
de atrás del avión y nosotros por el medio. Mientras comentaba con
Fernando todo lo que habíamos logrado veiamos como asomaba la gorrita de King
-que en ningún momento se durmió- y miraba tele mientras que la mayoría de
los musicos -más los del crew- trataban de conciliar el sueño.
Una
vez que nos acercabamos a la capital chilena (Santiago de Chile) fuimos cerca de
los musicos a charlar un poco mientras Ole Bang nos miraba atentamente
y leia un libro.
La
verdad que cerca del cielo, estábamos sintiendo -cada vez más- el propio
infierno. El diablo mismo nos guiñaba un ojo y era complice de nuestra aventura
que tendría segunda parte, pero esta vez en el extranjero.
Soñar
no cuesta tanto
En
el vuelo todo estaba tranquilo. Era imposible conciliar el sueño, pensando que
unas filas más atrás estaba la banda con la que siempre deseamos viajar.
Cada
tanto nos dábamos vuelta para observar que andaban haciendo King Diamond, que
no paraba de ver TV mientras la mayoría del crew dormía debido al
agotador trabajo de la jornada anterior.
Como
no los queríamos molestar -ya lo habíamos hecho en demasía- preferimos
charlar entre nosotros y esperar la llegada al aeropuerto de Santiago de Chile.
Cuando
faltaban pocos minutos para tocar suelo chileno fuimos unos asientos atrás para
charlar con los músicos. Agarramos a los que estaban más despiertos -Hank y
Sharlee- y nos tomamos algunas fotografías dentro de la nave y nos preparamos
para ir al aeropuerto.
Una
vez en el aeropuerto nos dimos cuenta porque en Chile el metal oscuro pega más
que en nuestro país: en la puerta de la sección Arribos una veintena de fans
esperaba alborozada la llegada de sus ídolos. Nosotros estábamos medios
agrandados porque parecíamos parte de la banda: despachábamos equipaje juntos,
andábamos de acá para allá con ellos y charlabamos como si fueramos uno más
del crew.
La
cordialidad de los chilenos es asombrosa, tanto Fernando como yo ya habíamos
visitado el país vecino en ocasiones diferentes y llegamos a la conclusión de
la buena onda de la gente trasandina para con los turistas.
Hicmos
un par de llamadas telefónicas, cambiamos algo de guita y enfilamos derecho en
una transfer para nuestro hospedaje: La posada del Salvador.
Un
detalle: era la primera vez que hacíamos algo por separado de la banda, ellos
pasarían su estadía en el hotel Principe de Asturias.
Una
vez que llegamos a la posada nos estaba esperando Luis Leiva, el presidente del
fan club chileno Chilean Coven. El nos puso al tanto del lugar del show, el
Teatro Providencia, donde el recital empezaría bien temprano y la capacidad de
gente eran 1.500
personas.
Dejamos
nuestras cosas en el hotel y nos dispusimos a caminar por Chile para hacer algo
de turismo y parar la mano con tanto ajetreo musical.
En
un momento estábamos comiendo en un local de comidas rápidas y tomábamos
conciencia de las cosas que habíamos vivido. Fue demasiado para tan poco
tiempo. Lo que no me imaginaba era que se venía lo mejor.
Into
the theatre
Luego
de disfrutar
de una breve recorrida por la capital chilena nos fuimos al hotel a descansar un
poco. Allí planeamos con Fer bien como entrar -ya que no teníamos
credenciales- al recinto. Lo único que habíamos hecho era apalabrar al
organizador para que nos facilite dos pases para el show.
Cuando
nos acercábamos al teatro no podíamos creer la de gente que había afuera
esperando para entrar. El fervor era terrible y la ansiedad recorría cada
cuerpo de estirpe metalera.
Una
vez en la puerta del teatro preguntamos por el organizador y nos dejaron pasar,
pero con un detalle raro: tuvimos que mostrar las credenciales del show de
Argentina. Una vez dentro presenciamos la prueba de sonido y me apresté a
recorrer el lugar. El piso era todo alfombrado (aunque Ud. no lo crea) y en la
parte de arriba había como una platea con butacas donde se podía ver el
recital más tranquilamente.
La
parte de atrás del escenario era típica de teatro con maderas por doquier y un
desorden infernal, pero el capítulo aparte se lo llevaba el backstage. Una
hermosa habitación con comida prolijamente servida, bebidas, un cómodo sillón,
sillas y hasta un espejo (¿igualito al de Cemento no?).
Luego
bajé del escenario al piso -por un pasaje lateral- y presentía que había
metido la pata porque después no me dejaron entrar de vuelta detrás de las
tablas. Para mal de males había perdido a mi amigo Fer y me puse un tanto
nervioso porque estaban abriendo las puertas del local y yo estaba bastante
cargado de cosas (tenía dos camaras de fotos y una revista). Pero de repente
por entre el pasaje asomó Fernando
con un pase de Invitado-Prensa de color violeta que decía Santiago de
Chile y arriba Mercyful Fate. Era lo que todo fan soñaba tener.
No
lo podía creer, se me iba a cumplir el sueño de ver a Mercyful Fate como
siempre deseé, on stage. La tercera fue la vencida, dos veces en Argentina y la
primera vez en el país trasandino que ví al "Destino Piadoso" en
vivo.
Pispeaba
como preparaban las luces y el sonido hasta que salió a escena la única banda
soporte de la tarde-noche: Inquisición. La verdad que estos jóvenes metaleros
me sorprendieron por su propuesta cruda y directa. El cantante salió con el
rostro pintado de negriblanco y calentó las tablas con un estilo heavy trashero
el cual movió a la gente agolpada sobre las vallas.
Para
ese entonces mi ansiedad era terrible, caminaba de la puerta del backstage al
borde del escenario un sinfín de veces hasta que de repente los Mercyful
llegaron, pero sin el King. Yo estaba en la puerta del Dressing Room esperando
ansioso poder sacarme una foto con King pintado, pero la suerte en este caso me
fue esquiva.
Debido
a la inexperiencia del organizador, King Diamond tuvo una entrada caótica al
backstage. Como se sabe, él llega ya pintado y listo para salir a escena desde
el hotel mismo. Lo que no preveía el organizador del show era que en el teatro
había una sola entrada y por ahí debía ingresar el Rey de Diamantes, por ende
tendría que estar atestado de personal de seguridad.......pero no fue así.
Se
oyó un alboroto terrible y se veía que Earling tiraba golpes para todos lados
mientras Diamond entre nervioso, furioso y descolocado ingresaba al pasillo que
lo llevaría al backstage. Entró a las puteadas y tirando latas de cerveza
llenas hacia la puerta -que abrió de una patada-. Recuerdo cuando me asomé a
ver su expresión. Su gesto de ira y odio era aterrador. Su mirada era
penetrante. En ese instante me dí cuenta que sacarme una foto con King pintado,
era imposible.
Por
consecuencia del mal trago vivido, la gente de seguridad hizo "una
limpieza" en el escenario y tuvimos que hacernos a un lado hasta que la
banda salga a escena.
Cuando
los acordes de Lucifer sonaban pensé que ya había pasado el castigo y decidí
ver como King salía de camarines y se aprestaba a devorarse al publico
chileno.
Un
show a la misma altura
Apenas
salió el King se me erizó la piel como nunca antes. Verlo tan cerca, y sobre
todas las cosas tán cómodo, era irreal. Una ilusión del mismísimo infierno.
Los temas que tocó la banda fueron exactamente los mismos que en Argentina,
pero con una diferencia; en este show a King lo veía más atado, no tan feliz
como en Baires.
Recién
en las últimas canciones se soltó y mostró esa magia oscura, la cual lo
caracteriza. Temas como Melissa, Nightmare y Dangerous Meeting sonaron
espectaculares. La voz de King se mantuvo intacta y nunca bajó la calidad del
show.
Con
respecto al público hay que acotar que están de la gorras, había un flaco con
una cruz de huesos humanos y otro que había llevado la Biblia de La Vey en señal
de una identidad satanista similar a la de Mr. Petersen.
El
momento cumbre para nosotros fue cuando Diamond se acercó a nosotros (que
estabamos ubicados al lado de Mike Wead) a estrecharnos la mano.
Otro
momento a destacar fue cuando le tiraron la bandera de Chile y King se la puso
tipo capa y cantó un par de temas junto a ella y lo más grosso a nivel
"rareza en vivo" fue cuando un fan lanzó una remera con la frase
"Welcome to Chile Princess of Hell" y Mr Diamond se limpió la cara
con ella sacándose gran parte del maquillaje.
La
verdad que no podía creer estar sobre el escenario y poder sacar infinidad de
fotos de la banda en vivo con una comodidad terrible. Calculé cada flash al milímetro
y esperaba que hicieran el movimiento deseado. De yapa.....se podía sacar fotos
durante todo el show (en Buenos Aires, nada más que durante tres temas).
Cuando
terminó el recital opté por arrasar con todo.... agarré púas, lista de
temas, toallas.. hasta el cartel de Dreessing Room del backstage. Y después,
fiel tradición, a saludar a los músicos y arrasar con el morfi que sobraba en
los camarines.
La
verdad que fue el broche de oro como dice la frase: panza llena, corazón
contento.
Como
para no estarlo, si había vivido los dos días más felices de mi existencia.
Pablo
Las fotos fuern extraidas de www.kingdiamond.com.ar